(Texto original disponible en Blog de www.pollitoingles.com)
Cuando nuestros hijos se aproximan a los dos años, empezamos a notar grandes cambios conductuales en ellos, que implican la demostración de cómo van configurando y consolidando rasgos de su personalidad. Los dos y tres años de edad implican un tiempo crucial desde el punto de vista emocional, por lo que la manifestación de las comunmente llamadas “pataletas” se vuelve algo más que normal, pero paradójicamente más criticado y penalizado como si fuese anormal.
Cuando nuestros hijos se aproximan a los dos años, empezamos a notar grandes cambios conductuales en ellos, que implican la demostración de cómo van configurando y consolidando rasgos de su personalidad. Los dos y tres años de edad implican un tiempo crucial desde el punto de vista emocional, por lo que la manifestación de las comunmente llamadas “pataletas” se vuelve algo más que normal, pero paradójicamente más criticado y penalizado como si fuese anormal.
Es por ello, que con
frecuencia escuchamos denominarle a esta etapa “los Terribles 2” (y un montón de calificativos más si la conducta persiste
en los tres años). Ahora bien, si
analizamos en profundidad esta situación y hacemos el ejercicio de entender las
cosas desde la posición de nuestros peques, veremos en primera instancia que la
etiqueta de Terrible puede ser
desplazada a nuestro rol como madres e incluso sustitida por calificativos más
comprensivos y justos para con nuestros niños.
Y este cambio de
percepción por qué sucede? Pues porque al ponernos en el lugar de nuestros
peques podremos ver, por ejemplo; (1) cómo a veces más Terrible puede llegar a ser nuestra reacción ante la “pataleta” del
niño, tanto que posiblemente no estemos generando tras ello ningún aprendizaje
significativo en nuestros hijos, sino más bien consolidando un mal recuerdo de
su infancia, véase aquí como el calificativo se desplaza a nuestra conducta en
rol de madre o (2) si entendemos que estas manifestaciones son naturales de
estas edades y que conforman la manifestación de cómo el niño va
experimentando, viviendo, sintiendo sus emociones, podríamos cambiar el
calificativo usualmente utilizado para penalizar esta estapa y sustituirlo por
uno más justo con el niño y su desarrollo, como los “Maravillosos 2” pues es
realmente un conjunto de fantásticas emociones las que el peque experimenta a
esta edad.
Entonces, qué podemos
hacer para contener y acompañar con respeto a nuestro hijo en estas edades y en
particular ante estos episodio de “pataletas” (hago énfasis en esto, pues
pareciera ser uno de los temas más preocpantes en las madres), pues esto es
realmente un reto nada fácil y que no tiene pildoras o recetas inmediatas que
cambien todo… pero bueno, todas sabemos que en crianza nada es fácil, pero si
podemos hacer pequeñas cosas en nuestro día a día que indudablemete irán en
beneficio del creciemiento de nuestro peque y de cómo nosotras nos enfrentamos
ante tales circunstancias.
En primer lugar, debemos minimizar
el impacto que sobre nosotras pueda tener lo que opinen los demás, para ello
debemos confiar en nuestro instinto materno, eso nos dará mayor seguridad en
nuestro actuar y nos permitirá conectarnos con nuestros hijos.
Si sentimos que la
situación se está escapando de nuestras manos, respiremos hondo y busquemos
nuestra tranquilidad lo antes posible, recordemos que en este momento el adulto
somos nosotras y en definitiva somos la que tenemos mayor experiencia para
comprender y controlar nuestras emociones.
Evitemos presionar la situación,
si bien es indispensable contener emocionalmente a nuestro hijo en estas
circunstancias, esto no necesariamente implica el agarre físico (a menos que el
niño esté expuesto a un golpe o autoagresión) en oportunidades ellos necesitan
su espacio y drenar su emoción, con esto no estoy insinuando bajo ninguna
circunstancia que se ignore al niño, NO, muy por el contrario, la invitación es
a respetar su espacio, tanto como cuando nos piden compañía, así como cuando
nos piden soledad, siempre expresándoles que estamos cerca de él para cuando
nos necesite, hablarles mientras tomamos distancia aes una buena forma de
hacerles ver que estamos allí para ellos.
Una vez pasado el
percance, conversemos con nuestro hijo, hablemos de lo sucedido, haciendo
énfasis en lo que sintió y las causas, más en que si lo que hizo es bueno o
malo, pues lo realmente importante es aprender a comprender sus emociones y
reacciones, y no a juzgar sus conductas.
Aprovechemos los
programas, juegos o literatura infantil para conocernos un poco más como
personas, este debe ser un momento de construcción juntos, no solo es nuestro
hijo quien necesita aprender, la vida es en definitiva un constante juego de
aprendizajes.
Pra finalizar, debemos
reconocer que ciertamente esta etapa de la vida de nuestros peques pareciera
una montaña rusa emocional, pero si ponemos un poquito de paciencia, otra pizca
de comprensión y un millón de gotitas de amor, sin duda alguna aportaremos
inolvidables experiencias para la consolidación de la una personalidad
saludable en nuestros hijos.
Lidmi Fuguet
@PeqEstrellitas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario