Powered By Blogger

martes, 28 de julio de 2015

Donde hubo juegos, sonrisas quedan - Profa. Salomé Cabrera




Según Friedrich NietzscheLa madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño". Significa que un adulto maduro siempre tomará de la taza vacía de café, responderá una llamada con las manos y posará para la foto aunque no vea la cámara.
 Una postura capaz de cobrar fuerza con un simple ejercicio, y que se puede convertir en el más firme y convincente argumento para retomar como es debido esta vital actividad. Concentrarse en un suspiro y evocar los momentos más placenteros de muestra infancia, pensar en eso que nos hacía felices durante los primeros 6 años de vida.
En la mente de un niño común, al menos uno de esos momentos, tiene que ver con el hecho de jugar… Esa simple y a la vez elaborada acción que no es otra cosa que ser con libertad”, con tanta anchura como la imaginación lo permita. Eso que es tan propio de ellos, y que si no tenemos cuidado, podemos perder, y aún peor, hasta olvidar. Resulta que más allá de lo que se hacía y con qué, lo genuinamente importante es cómo y porqué se hacía, la intención, firmeza y seriedad. Esta, era sin dudarlo la mejor y más placentera manera de relacionarnos, el momento más esperado, ese que hacía olvidar el tiempo y ahora hace evocar emociones… Porque donde hubo juego, sonrisas quedan…
Por fortuna, y si la memoria llegara a fallar, siempre habrá un niño cerca quien nos pueda asesorar.

Profa. Salomé Cabrera
@juegosporlapaz

viernes, 10 de julio de 2015

Fin de año escolar ... hora de dar el resto! - Profa. Salomé Cabrera




Fin de año escolar, momento ansiado por muchos, temido por otros. Las preguntas se empiezan a escuchar de lado y lado, ¿qué grado me tocará?,  ¿hasta qué día trabajaremos?, ¿cuándo nos reintegramos?, ¿para dónde iremos en estas vacaciones?, ¿y ahora qué hago con los muchachos?...
¿Qué tal si nos preguntáramos?, eso que sí depende de nosotros: ¿qué van a recordar de este año?, ¿qué puedo hacer para que sea inolvidable?, ¿cómo hago para impactar sus vidas y sacudirlas?, ¿cómo lo hago mejor para el año entrante?
Los finales, son culturalmente un momento de gran impacto. Aprovechemos la oportunidad y el privilegio que como docentes tenemos de compartir un espacio y posición tan privilegiada frente a nuestros alumnos. Así como cuando en una carrera, el competidor ya agotado ve la recta final, sabe que es hora de dar el resto, de ponerlo todo, porque su objetivo siempre estuvo claro: GANAR. Demos el resto, impactemos, recordemos nuestra meta, seamos parte de los temas de conversación de nuestros alumnos cuando estén en sus planes vacacionales, o compartiendo con sus primos en la casa de la abuela. Que cuando les pregunten ¿qué has hecho?, no encuentren por dónde empezar y cual aventura comentar, de esas que vivieron a nuestro lado… Esa experiencia que nos hizo recordar con una gran sonrisa, porque somos educadores…
Nuestros alumnos merecen irse felices por los logros alcanzados, orgullosos de sus esfuerzos, agradecidos por el apoyo, satisfechos ante lo vivido… Pero sobre todo, con muchas ganas de volver, ansiosos por empezar una nueva aventura y de seguir creciendo con nosotros. Lo realmente justo, es que sepan, que muy pronto una nueva y gran oportunidad les aguarda, que tengan la certeza de que hay un docente que les espera deseoso, y que será mucho lo que aprenderán juntos. Un docente que gracias a ellos, es un eterno estudiante, que también tiene dudas, preguntas y miedos. Pero que sabe y reconoce con firmeza que su misión es educarlos para la vida.  
Nosotros debemos y merecemos irnos satisfechos, inspirados y agradecidos. Con el propósito firme e innegociable de reinventarnos, de rendir honor a la educación, de demostrar con hechos y elocuencia, que no es otro el camino.
Profa. Salomé Cabrera
@juegosporlapaz

Mami, aquí estoy! No soy invisible - Profa. Jenica Lizardo



Mi hermano está enfermo y mi familia está totalmente ocupada de él, de ir al hospital, llevarle comida, revisar su tratamiento y por supuesto de que su salud mejore, pero… ¿qué pasa conmigo?
Esta puede ser una pregunta común que se hacen los hermanos de niños en situación de enfermedad y hospitalización, pues el entorno familiar se modifica considerablemente, las rutinas, el trabajo, las responsabilidades y hasta los afectos cambian cuando los ojos de los miembros del entorno solo ven al niño enfermo. Muchas veces las madres se convierten en guardianas de 24 horas y permanecen en el hospital, tanto así que, en ocasiones, dejan bajo la responsabilidad de otras personas el cuidado de su hogar y del resto de los miembros de su familia.
Pensemos un poco, qué pasa con ese otro niño que se encuentra bien en lo que a su salud física se refiere, qué pasa con sus emociones y sentimientos, en primer lugar por tener que enfrentar y comprender la situación de su hermano y en segundo lugar porque muchas veces se siente desplazado en tiempo, espacio, responsabilidades, logros e incluso el cariño. Estos, experimentan cierta pérdida de estatus familiar a partir del inesperado escenario que se le presenta al tener un miembro cercano de su familia hospitalizado, lo que muchas veces lo convierte en un ser invisible, en un ser olvidado, ya que se dejan de cubrir sus necesidades en todos los aspectos.
Ahora bien, ¿qué sentimientos pueden manifestar estos niños olvidados?
-       Celos: le prestan más atención a mi hermano enfermo que a mí.
-       Culpabilidad: ¿será que su enfermedad puede ser culpa mía?
-       Miedo: ¿y si lo que tiene es contagioso y me lo transmite? (así sea asma, el miedo persiste)
-       Vergüenza: No quiero que vean a mi hermano así, me da pena con mis amigos (esto es más visto en los casos en los que hay cambios físicos muy evidentes como la caída del cabello, la pérdida de algún miembro, entre otros)
-       Rabia: ¿por qué le tuvo que pasar esto a él y no a otro? El no hace nada malo.
Estas emociones y algunas otras,  se pueden presentar en conjunto o separadas y son los padres los que deben tratar de mantener el equilibrio aunque se crea casi imposible. Es necesario recordar que cada persona es única y por lo tanto, todos necesitamos atención, cuidados, cariño, afecto y lo más importante, sentir que a pesar de cualquier situación que se presente, siempre se contará con la familia y los que nos rodean.
Es por ello que para minimizar el impacto que se genera en un hermano respecto a la enfermedad, se deben tomar en consideración las siguientes recomendaciones: 
1.- Informar sobre la naturaleza de la enfermedad. Se debe evitar que la información quede exclusivamente bajo la responsabilidad de los padres. Resulta importante involucrar a los miembros del grupo familiar, médicos, enfermeras, docentes, entre otros.
2.- Comunicar los sentimientos. Es necesaria la comunicación efectiva para poder expresar con naturalidad cualquier emoción, sin tener que reservarla.
3.- Respetar a los hermanos en su individualidad, en sus pertenencias personales, en sus actividades escolares y actividades de ocupación del tiempo libre.
Como padres se debe tratar de mantener el equilibrio, aunque resulte casi imposible. Hay que recordar que cada persona es única y por ende cada niño, niña y adolescente. Recordemos que muchas familias terminan superando las situaciones de enfermedad y hospitalización volviéndose más fuertes, más flexibles y más positivas.
Profa. Jenica Lizardo
Profesora Universitaria UPEL – IPC

Los terribles 2: cambiemos la etiqueta! - Dra. Lidmi Fuguet


(Texto original disponible en Blog de www.pollitoingles.com) 

Cuando nuestros hijos se aproximan a los dos años, empezamos a notar grandes cambios conductuales en ellos, que implican la demostración de cómo van configurando y consolidando rasgos de su personalidad.  Los dos y tres años de edad implican un tiempo crucial desde el punto de vista emocional, por lo que la manifestación de las comunmente llamadas “pataletas” se vuelve algo más que normal, pero paradójicamente más criticado y penalizado como si fuese anormal.
Es por ello, que con frecuencia escuchamos denominarle a esta etapa “los Terribles 2” (y un montón de calificativos más si la conducta persiste en los tres años).  Ahora bien, si analizamos en profundidad esta situación y hacemos el ejercicio de entender las cosas desde la posición de nuestros peques, veremos en primera instancia que la etiqueta de Terrible puede ser desplazada a nuestro rol como madres e incluso sustitida por calificativos más comprensivos y justos para con nuestros niños.
Y este cambio de percepción por qué sucede? Pues porque al ponernos en el lugar de nuestros peques podremos ver, por ejemplo; (1) cómo a veces más Terrible puede llegar a ser nuestra reacción ante la “pataleta” del niño, tanto que posiblemente no estemos generando tras ello ningún aprendizaje significativo en nuestros hijos, sino más bien consolidando un mal recuerdo de su infancia, véase aquí como el calificativo se desplaza a nuestra conducta en rol de madre o (2) si entendemos que estas manifestaciones son naturales de estas edades y que conforman la manifestación de cómo el niño va experimentando, viviendo, sintiendo sus emociones, podríamos cambiar el calificativo usualmente utilizado para penalizar esta estapa y sustituirlo por uno más justo con el niño y su desarrollo, como los “Maravillosos 2” pues es realmente un conjunto de fantásticas emociones las que el peque experimenta a esta edad.
Entonces, qué podemos hacer para contener y acompañar con respeto a nuestro hijo en estas edades y en particular ante estos episodio de “pataletas” (hago énfasis en esto, pues pareciera ser uno de los temas más preocpantes en las madres), pues esto es realmente un reto nada fácil y que no tiene pildoras o recetas inmediatas que cambien todo… pero bueno, todas sabemos que en crianza nada es fácil, pero si podemos hacer pequeñas cosas en nuestro día a día que indudablemete irán en beneficio del creciemiento de nuestro peque y de cómo nosotras nos enfrentamos ante tales circunstancias.
En primer lugar, debemos minimizar el impacto que sobre nosotras pueda tener lo que opinen los demás, para ello debemos confiar en nuestro instinto materno, eso nos dará mayor seguridad en nuestro actuar y nos permitirá conectarnos con nuestros hijos.
Si sentimos que la situación se está escapando de nuestras manos, respiremos hondo y busquemos nuestra tranquilidad lo antes posible, recordemos que en este momento el adulto somos nosotras y en definitiva somos la que tenemos mayor experiencia para comprender y controlar nuestras emociones.
Evitemos presionar la situación, si bien es indispensable contener emocionalmente a nuestro hijo en estas circunstancias, esto no necesariamente implica el agarre físico (a menos que el niño esté expuesto a un golpe o autoagresión) en oportunidades ellos necesitan su espacio y drenar su emoción, con esto no estoy insinuando bajo ninguna circunstancia que se ignore al niño, NO, muy por el contrario, la invitación es a respetar su espacio, tanto como cuando nos piden compañía, así como cuando nos piden soledad, siempre expresándoles que estamos cerca de él para cuando nos necesite, hablarles mientras tomamos distancia aes una buena forma de hacerles ver que estamos allí para ellos.
Una vez pasado el percance, conversemos con nuestro hijo, hablemos de lo sucedido, haciendo énfasis en lo que sintió y las causas, más en que si lo que hizo es bueno o malo, pues lo realmente importante es aprender a comprender sus emociones y reacciones, y no a juzgar sus conductas.
Aprovechemos los programas, juegos o literatura infantil para conocernos un poco más como personas, este debe ser un momento de construcción juntos, no solo es nuestro hijo quien necesita aprender, la vida es en definitiva un constante juego de aprendizajes.
Pra finalizar, debemos reconocer que ciertamente esta etapa de la vida de nuestros peques pareciera una montaña rusa emocional, pero si ponemos un poquito de paciencia, otra pizca de comprensión y un millón de gotitas de amor, sin duda alguna aportaremos inolvidables experiencias para la consolidación de la una personalidad saludable en nuestros hijos.

Lidmi Fuguet
@PeqEstrellitas