Según Friedrich Nietzsche “La madurez del hombre es haber vuelto a
encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño". Significa que un
adulto maduro siempre tomará de la taza vacía de café, responderá una llamada
con las manos y posará para la foto aunque no vea la cámara.
Una postura capaz de cobrar fuerza
con un simple ejercicio, y que se puede convertir en el más firme y convincente
argumento para retomar como es debido esta vital actividad. Concentrarse en un
suspiro y evocar los momentos más placenteros de muestra infancia, pensar en
eso que nos hacía felices durante los primeros 6 años de vida.
En la mente de un niño común, al menos uno de esos momentos, tiene que
ver con el hecho de jugar… Esa simple y a la vez elaborada acción que no es
otra cosa que “ser con libertad”,
con tanta anchura como la imaginación lo permita. Eso que es tan propio de
ellos, y que si no tenemos cuidado, podemos perder, y aún peor, hasta olvidar.
Resulta que más allá de lo que se hacía y con qué, lo genuinamente importante
es cómo y porqué se hacía, la intención, firmeza y seriedad. Esta, era sin
dudarlo la mejor y más placentera manera de relacionarnos, el momento más
esperado, ese que hacía olvidar el tiempo y ahora hace evocar emociones… Porque donde hubo juego, sonrisas quedan…
Por fortuna, y si la memoria llegara a fallar, siempre habrá un niño
cerca quien nos pueda asesorar.
@juegosporlapaz
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