La Navidad
es un hermoso momento en el año para compartir entre seres queridos, planificar
reencuentros familiares, reconocer y agradecer cariños y compañía, comprar y
recibir regalos; en fin, una ocasión maravillosa para amar e ilusionar. Es por ello que la Navidad es un celebración
tan desea por los niños, porque está envuelta de mágicas oportunidades
para explotar nuestra fantasía y
creatividad.
El Niño Jesús, Santa o Reyes (según sean nuestras
creencias y tradición) se convierten en nuestros aliados para el disfrute con
los más pequeños de la casa en esta festividad; sin embargo, para los ya no tan
pequeños esto empieza a transformarse en un tema de gran curiosidad, sospecha e
incredulidad, entonces como padres nos empezamos a angustiar por el temor de
que nuestros hijos pierdan la ingenuidad y fantasía en cuanto a estos personajes se
refiere, aunado a la preocupación que nos embarga el tener que justificar el
uso de lo que podrían considerarse mentirillas
piadosas.
Si bien para los más pequeños se hace fácil, posible y
factible comprender que estos personajes tienen la capacidad mágica para
trasladarse por el mundo repartiendo regalos, los más grandes dudan de estos
poderes sobrenaturales en el mundo real en el que viven y por eso es que empiezan
a dudar. Sobre este asunto, una vez me topé con una idea que me pareció
formidable por la doble connotación que en el fondo representa y pienso que
es un explicación realmente válida que convierte en una gran verdad esta
creencia.
Una mamá, ante tal inquietud de su hijo, le explicó que
ciertamente era muy difícil que se repartieran tantos regalos en una misma noche
a millones de niños alrededor del mundo, por lo que este personaje (Niño Jesús,
Santa, Reyes) les solicita el favor a los padres para que se encarguen de la
entrega particular de los regalos a sus hijos y así, todos podrán recibir a
tiempo los obsequios anhelados.
Esta explicación, además de su sencilles, me parece
fabulosa porque encierra una gran verdad que reafirma nuestras creencias
culturales y/o religiosas, aunado a la sensación de confianza y seguridad que le
ofrecemos a nuestros hijos, puesto que sus sospechas terminan siendo tan
verdaderas como los motivos que nos movieron como padres a mantener por años
esta hermosa experiencia…
Y es que acaso alguno de ustedes puede olvidar esa llamada que nos
hicieron el mismo día que nos convertimos en padres, donde nos decían: No dejes
que la magia, la esperanza y la sonrisa desaparezcan del alma de nuestros
pequeños ángeles en la tierra! Yo no la olvido, y tú?
Lidmi Fuguet
Mamá de Sabrina
Profesora en Educación Especial - Mención Dificultades de Aprendizaje
Magister en Lectura y Escritura
Doctora en Educación
Coordinadora de Pequeñas Estrellitas @PeqEstrellitas
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