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miércoles, 11 de junio de 2014

Mi niñera se llama tecnología - Profa. Angélica Taboada




  
Desde hace años, como muchos, soy asidua al uso de internet y de las redes sociales, son medios que usamos para comunicarnos, informarnos, bromear, jugar y hasta para aprender. La invasión ha sido de tales magnitudes que en algunos casos se ha convertido en médico de cabecera, farmacéutico, orientador, psicólogo, asesor de moda, consejero amoroso, maestro o niñera.
Estas últimas opciones me han hecho pensar, hasta qué punto podemos confiar nuestras vidas al internet, o mejor aún, hasta qué punto dejamos que eduque a nuestros hijos.
En dos semanas he realizado un recuento mental de algunos “consejos” o artículos leídos y me pregunté ¿te imaginas si todas las personas hicieran caso a cada una de lo que encuentran o les envían en la web? Mi respuesta fue: comerían de todo o no comerían nada, bebieran de todo o no bebieran nada, esperarían hasta encontrar a su pareja ideal o pasarían el resto de su vida con la primera persona que les dice “te amo”, más nunca se sacarán una autofoto porque según un estudio es un trastorno psicológico, todos tuviéramos un refugio animal en nuestras casas, a los que nos gusta el color azul nos dejaría de agradar porque según otro estudio es el color predilecto de las personas con algún problema mental, ya no usáramos los teléfonos inteligentes porque te alejan de la sociedad o te causan daños musculares, entre muchas y muchas más.
Ahora bien, sabemos que nuestros niños tienen acceso a toda esa información, a cada uno de esos elementos educativos o contaminantes del internet por lo que surge también la siguiente interrogante: ¿dejarías en manos de un computador el cuidado de tus hijos?
No es cuestión de satanizar todos sus contenidos, puesto que tienen sus elementos positivos, se trata de orientar, guiar y buscar un equilibrio de toda la información que leen. Los niños pasan al menos cinco horas diarias en la escuela, el resto del día están en casa, en tareas dirigidas, por mi experiencia sé que muy pocos acuden a actividades extraescolares relacionadas con el deporte o las artes. Por lo general, en el hogar pasan largo tiempo ante la tv, el video juego o el computador, ¿cuántas cosas pueden ver en esas horas? Si solo con leer el titular de una nueva “investigación”  pueden cuestionar su actuación personal o social y procuran modificar sus conductas adecuándolas a lo exigido por el resto de la humanidad.
Son niños vulnerables a cambios permanentes, bombardeados por estímulos visuales constantes y que en algunos casos no poseen orientaciones de un adulto que los ayuden a comprender toda información, o por lo menos a discriminar entre lo que es aceptable y lo que no.
Es por esto que como padres tenemos, hoy más que nunca, una labor importante en el desarrollo personal y social de quienes nos siguen los pasos. La tecnología seguirá en avance y cada vez más y más ideas intentarán seducir la mente de esos pequeños diamantes en formación.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Debemos buscar alternativas que nos permitan bajar la frecuencia en el uso del internet, lo que a su vez nos permitirá pasar más tiempo con nuestros hijos. Lo anterior no implica que abandone mis labores hogareñas, por el contrario, incluir a los niños en las mismas es una buena forma de compartir con ellos: doblar la ropa, cocinar, hacer las camas, entre otras; además de realizar actividades familiares como leer, cantar, bailar y jugar. Todas estas acciones, por pequeñas que parezcan, marcarán huellas y ayudarán con las formación de futuros hombres y mujeres críticos y valiosos para la sociedad.
Los grandes avances tecnológicos son maravillosos, pero nada puede reemplazar el buen consejo de una madre o un padre. 



Profa. Angélica Taboada
Magister en Lectura y Escritura
Profesora Universitaria

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