El
tema de la autoridad dentro de las relaciones familiares tiende a presentarse
de manera confusa y compleja cuando la misma es asumida como sinónimo de
respeto. Muchas veces, esperamos que nuestros hijos respondan positivamente
ante nuestras demandas y cuando por alguna razón (lógica o no ante la
interpretación adultocentrista) el pequeño decide revelarse o contrariar la
demanda de la madre o el padre, se siembra en nuestro interior una gran duda
sobre si ceder afecta la forma cómo mi hijo me puede ver, pues puedo pensar que
ceder implica, perder autoridad y por consiguiente, disminuir la autoridad puede interpretarse como menoscabo
del respeto… Y no hay nada más erróneo que esto!
Si
bien el respeto y la autoridad pueden (y deben) ir tomadas de la mano, éstas no
pueden ser vistas como un algoritmo de adición simple, donde la suma de sus
valores siempre resultarán lo mismo, indistintamente del orden en el que se
presenten; pues no, aquí la operación aritmética pasa a ser mucho más compleja
que una agrupación de partes y el orden en el que se presenten sí pueden
afectar significativamente el cómo se establezcan estas relaciones entre los
integrantes de la familia, veámos por qué?
Si
insistimos en establecer el respeto sobre la base de actitudes autoritarias,
posiblemente lograremos la manifestación de conductas socialmente “aceptadas”
por parte de nuestros hijos, las cuales nos traerán mayor tranquilidad y comodidad
en nuestro proceso de maternidad/paternidad durante los años de infancia; sin
embargo, la vinculación con el respeto estará nublada por la sombra del miedo,
por lo que nuestros hijos “harán caso” no porque nos respeten o entiendan la
intencionalidad del bien o el mal en sus acciones, sino porque temen a ser
reprendidos o castigados por sus padres, actitud que luego trasladarán al resto
de las relaciones jerárquicas donde el que ejerce la autoridad concentra el
poder, ejemplo: docente en la escuela, compañero líder del salón de clases,
jefe en el trabajo o futura pareja.
Por
el contrario, si establecemos relaciones de comprensión, empatía y comunicación
fluída con nuestros hijos, promoveremos un vínculo respetuoso bidireccional,
que redundará en la construcción de un sistema democrático en el hogar, lo cual
indudablemente conducirá a una relación de autoridad donde el poder no está
concentrado en una sola figura (papá o mamá) sino una autoridad respetuosa,
responsable y circunstancial. En un futuro, nuestro hijo tendrá capacidades
emocionales que les serán favorables para respetar y hacer respetar la
autoridad, no por miedo, sino por convicción.
·
Autoridad + poder = respeto por sumisión y miedo
·
Respeto + comunicación = autoridad democrática y
circunstancial
Si
bien es cierto que este tema nos mueve y conmueve internamente por el temor a
que nuestros hijos fracasen socialmente, tenga la plena certeza que amor suma
amor y respeto suma respeto… así como presión, humillación y castigo suman
miedo, en sus manos está gran parte del resultado de esta operación.
Lidmi
Fuguet
Mamá
de Sabrina
Profesora
en Educación Especial – Dificultades de Aprendizaje
Magister
en Lectura y Escritura
Doctora
en Educación
Coordinadora
de Pequeñas Estrellitas @PeqEstrellitas
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito
No hay comentarios.:
Publicar un comentario