Cuando
hablamos de disciplina y sus formas de inculcarlas, generalmente se nos vienen
a la mente imágenes, ideas y recuerdos vinculados con reacciones autoritarias
que implican desde una mala mirada, frase amenzante, pellizco escondido y hasta
una nalgada (comúnmente justificada) a tiempo…
Esta
generalidad más que lamentable es extremadamente alarmante pues muestra cómo
los adultos, en muchos casos, nos atrevemos a abusar de nuestra fuerza y poder
jerárquico e indiscutiblemente superior a la del niño, quien al fin y al cabo
es nuestro propio hijo.
Hoy
en día vemos como la sociedad defiende estos maltratos y abusos con argumentos
centrados en: por un lado la temporalidad futura, como por ejemplo si no le
castigas/regañas/pegas a tiempo, no te respetará y se convertirá en un
delincuente… y por el otro lado, la justificación a nuestros propios abandonos
y maltratos en la infancia, muchos hemos dicho o al meno oído decir “soy una persona de bien por tanto
regaño/nalgada/castigo que recibí de pequeño”… Sin caer en el detalle de qué es
lo que exactamente nos hace catalogarnos como persona de bien, realmente estamos convencidos de que somos buenos
porque nos golpearon? o no será porque alguien nos atendió, nos dió un buen
ejemlo y nos amó? Personalmente prefiero quedarme con la segunda opción y hago
todo lo que está a mi alcance para que mi hija también tenga esa misma
experiencia.
En
este sentido, les expondré a continuación algunos de los argumentos que a mi
parecer, la nalgada a tiempo nada
tiene que ver ni con la disciplina, el respeto y mucho menos el tiempo… veamos:
1.
En la mayoría de los casos, esa nalgada a tiempo, realmente es aplicada
a destiempo y por qué digo esto? Porque en su mayoría, no pasamos todo el día
pegado a nuestros hijos, bien sea porque ellos van a la escuela, van al parque,
a casa de otros amigos, nosotros al trabajo, o nos quedamos en casa haciendo
quehaceres; en este sentido, cuando nos enteramos que algo considerado
inadecuado ocurrió, lo más seguro es que haya transcurrido un tiempo
significativamente distante entre el evento y la futura nalgada que le
“enseñará a no repetirla”, por lo que en este momento la nalgada deja de tener
su propósito inmediato y condicionante de eliminador de mala conducta a ser
simplemente una nalgada, en fin pegar por pegar… y eso indiscutiblemente no es
disciplinar, ni mucho menos enseñar
2.
Creer que la falta de nalgadas trae como
consecuencia que en un futuro el niño se convierta en una persona de mal o como
dice el argot coloquial “un malandro” es realmente desentimar los niveles de
violencia que existen en los hogares y entornos más cercanos a esas personas,
la violencia es un proceso cíclico que se fortalece en la medida que más se
hace presente, así como el amor, el respeto, la tolerancia y la compasión se
incrementan en la medida que se manifiestan.
3.
La supuesta disciplina que pueda instaurar una nalgada a tiempo será siempre
consecuencia del miedo o temor al represor y nunca respeto, reflexión o toma de
consciencia sobre hacer el bien para sí mismo y los demás, en este sentido,
vale la pena preguntarse si como padres preferimos que el niño hoy (corto
plazo) no se monte en una mesa porque teme a que le peguen o que el día de
mañana (largo plazo) respete, sepa convivir en armonía con quienes le rodean y
cuide las cosas propias así como la de los demás.
4.
Muchas veces la “razón” de la nalgada está en el
fondo más vinculada con la pérdida de paciencia del adulto (es que me sacó de
quicio!) que por la trascendencia de la conducta del ni˜õ, esto lamentablemente
refleja cómo en oportunidades, la curiosidad, el disfrute, la movilidad y actividad
del pequeño a veces nos inquieta más que su propia educación, ante esto hay que
tener muchísima reflexión e instrospección, porque el cambio no radica en el
niño, sino en nuestro propio interior.
5.
Si piensa Usted que el niño aún está muy pequeño
para entender de razones y negociar, cree realmente Usted que pueda entonces
aprender por una nalgada?… lo dejo a su reflexión.
Aunque
podría seguir exténdiendome en muchos más argumentos, para poner en evidencia
la ineficiencia en cuanto a disciplina tiene la nalgada a tiempo*, quisiera finalizar este post invitándolos a
reflexionar realmente sobre este tema pero no desde la mirada adulta que
actualmente tenemos, sino desde la postura de los niños, de lo que ellos pueden
realmente sentir y pensar, de aquello que nosotros mismos sentimos y pensamos
en nuestra propia infancia.
Lidmi
Fuguet
Mamá
de Sabrina
Profesora
en Educación Especial – Dificultades de Aprendizaje
Magister
en Lectura y Escritura
Doctora
en Educación
Coordinadora
de Pequeñas Estrellitas @PeqEstrellitas
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito
*Si desea profundizar en el tema recomiendo ampliamente las
publicaciones sobre crianza libre de castigos de Berna Iskandar @conocemimundo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario