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martes, 29 de marzo de 2016

Desmontando mitos en la crianza (2): ignora y extingue - Lidmi Fuguet




Iniciaré este post citando la definición de IGNORAR que nos ofrece el diccionario de la Real Academia Española

“No hacer caso de algo o de alguien, o tratarlos como si no merecieran atención”

Ahora continúo con una interrogante para la reflexión: dígame, con toda la sinceridad, si existe algún motivo, razón o circunstancia que pueda justificar que su hijo puede ser tratado “como si no mereciera atención”?

Bien, mi respuesta es NO!, no existe ningún motivo! Pero si aún piensas que si existen momentos donde es mejor ignorar a un niño, trataré a continuación de convercerle con algunos argumentos que van un poco más allá del saber popular o el sentido común.

Desde el punto de vista psicológico, en particular desde el Paradigma de la Psicología Conductista, una conducta considerada inadecuada puede extinguirse mediante: (1)  el reforzamiento con estímulos negativos, es decir, estímulos que generen una reacción de desagrado, negación, miedo o temor a repetirla, o (2) por medio del desuso lo que conlleva al olvido de la manifestación. 

En este sentido, vemos como ambas propuestas para la desaparición de la conducta considerada socialmente inaceptable (como el caso de la pataleta o berrinche) están relacionadas  con la implementación de un reforzador en ese caso negativo y otra con la decisión del individuo en no utilizarlos, en ninguno de los casos vemos que el no reaccionar, el no trata, pueda considerarse como el estímulo transformador de conducta, pues el ignorar podría considerarse como la ausencia de estímulo.

Por otro lado, cambiando el cristal del lente y ubicándonos en un Paradigma Humanista que reconce la unicidad del ser,  resalta el aspecto emocional del individuo y sus capacidades de acción,  el ignorar determinadas manifestaciones de nuestros hijos puede convertirse en un arma de doble filo, pues si bien posiblemente disminuya su conducta, esta reacción dificilmente será una consecuencia de satisfacción genuina a sus demandas o por madurez emocional, sino que lo hará por una sensación de abandono que le ha hecho entender que quienes están a su alredor no lo atenderán oportunamente y esta construcción la llevará internamente y se fortalecerá al pasar del tiempo como un muro que divide el mundo entre padres e hijos, situación que puede retornarse a nostros con un mayor costo en la etapa de la adolescencia.

Es por ello que es importante reflexionar sobre si en realidad mi interés como madre es que mi hijo se comporte bien, aunque el costo sea reprimir sus sentimientos para poder ser aceptado por el resto de las personas o que desarrolle la capacidad de sentir y autoregular sus emociones; si nuestro interés se ubica en este último punto, entonces debemos darle a nuestro hijo la oportunidad de experimentar, tomar decisiones y expresarse, vivir es la única manera de garantizar el aprendizaje significativo.

Otro elemento que debemos tener claro es que atender no es sinónimo de ceder y tampoco implica darle al niño todo lo que pide para que se calme, incluso en situaciones en las que creemos que lo que pide no sea beneficioso; no, para nada atender significa eso, así como ignorar tampoco significa ser fuerte y mantener la autoridad en la relación.  Ignorar, para un niño es abandono, así como lo es de doloroso para un adulto que necesita que alguien lo escuche, lo atienda o lo mire y el otro no lo hace.

Ignorar lastima, mientras que atender y acompañar enseña.

Hace pocos días una amiga me comentaba que su nene de 2 años había tenido dos días intensos pues por todo hacía pataleta, luego manifestó un quebranto producto de un virus y reflexionaba sobre cómo esa actitud prevía podía tener una vínculación con su malestar físico, ciertamente al no tener el nené palabras para expresar su malestar rompía emocionalmente ante cualquier sitación por necesidad de cuidados porque se sentía indispuesto… y a quién no le gusta que lo atiendan cuando se siente mal?

Con este ejemplo, les hago la invitación a ver más allá de la conducta y a intentar interpretar las reales causas de estas manifestaciones, para poder atender de manera eficaz y oportuna y evitar así ignorar indicadores importantes de salud, bienestar, crecimiento y emotividad de nuestros hijos

Lidmi Fuguet
Mamá de Sabrina
Creadora y Coordinadora de Pequeñas Estrellitas @PesEstrellitas
Profesora en Educación Especial - Dificultades de Aprendizaje
Magister en Lectura y Escritura
Doctora en Educación
Investigadora en el área de Infancia 
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito




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