Una de las recomendaciones más comunes cuando hablamos de
crianza está relacionada con “no ceder jamás” al momento de afrontar las
solicitudes que puedan considerarse inapropiadas por parte de nuestros hijos,
es por ello que constamentemente escuchamos que debemos mantenernos firmes ante
los niños para demostrar quién posee el poder y la autoridad.
Si bien esta es una premisa que pareciera ser muy lógica,
empieza a perder autenticidad cuando la contrastamos con situaciones cotidianas
de nuestros estilos de vida e incluso con nuestras más profundas expectativas
en cuanto a la personalidad y competencias sociomeocionales que deseamos posean
nuestros hijos a futuro, veamos a continuación algunos elementos que nos hacen
dudar sobre si el hecho de “no ceder jamás” ante nuestros hijos, nos garantiza
el mejor aprendizaje:
1) Vivimos en un mundo donde experimentamos más situaciones
de negociación y en muchas oportunidades nos exige ceder, que en uno donde nada
es flexible, por lo que es necesario ofrecer a nuestros hijos oportunidades
para desarrollar sus capacidades de reflexión, adaptación y toma de decisiones,
con el fin de que consolide su independencia enmarcada en valores de respeto y
empatía, lo cual será difícil de enseñar si nunca cedemos.
Por ejemplo, la mayoría de nosotros los adultos tenemos un
horario fijo para entrar a nuestros trabajos, sin embargo, en oportunidades
necesitamos un poco de flexibilidad para poder cumplir con alguna otra
responsabilidad personal (cita médica, reunión en la escuela de los niños,
otros) no por este tipo de solicitud nos volveríamos irresponsables,
irrespetuosos e incompetentes, por el contrario si mi jefe no cede, lo
catalogaría de intransigente e imconprensible, y si negocia el tiempo por esta
solicitud se ganaría mi confianza y respeto que luego se traducirá en
compromiso y responsabilidad; entonces, cómo esperarías tú que te viera tu
hijo?
2) Ceder en algunas oportunidades ofrece experiencias más
significativas que ser rígidos y autoritarios, ahora bien, esto no significa
que inclinemos toda la balanza hacia la flexibilidad absoluta en cuanto a temas
de crianza se refiere, la búsqueda constante del equilibrio y la sensatez es en
este caso el aliado perfecto para tomar las mejores decisiones con respecto a
los vínculos emocionales y sociales que deseamos establecer con nuestros hijos
y fortalecer para su exitoso desenvolvimiento social. Un ejemplo, tenemos un
familiar de visita en casa, esa noche nuestro hijo solicita ir a cama un poco
más tarde de la hora acostumbrada para poder compartir con esta persona,
nuestra respuesta cuál sería? Si creemos en la premisa de “no ceder jamás” la
respuesta debe ser NO, pero si en el fondo sabemos que una oportunidad como
esta será difícil que vuelva a pasar entonces vemos como aceptable y cedemos
ante la solicitud de nuestro hijo. Con este ejemplo vemos claramente que hasta
la persona que se considere más rígida en este tipo de temas siente la
necesidad de ofrecer un poco de flexibilidad para disfrutar, en este sentido,
si consideramos que es sano y factible ceder en este tipo de circunstancias, es
porque reconocemos que esta premisa no existe como tal en la vida real.
3) Si no cedemos jamás podemos instaurar en el inconsciente
de nuestros hijos lo que el Psicólogo Norteamericano Martín Seligman denomina
como la “indefensión aprendida” la cual consiste en que si el ser humano
durante su desarrollo es expuesto a situaciones de control externo absoluto, es
decir que los adultos poseen la autoridad exclusiva de decidir por ellos, se
aprende cumplir las instrucciones dadas por otros sin ninguna capacidad crítica
o posibilidad de negación ante ello, por lo que nuestros hijos sería obedientes
por condicionamiento y no por respeto o toma de conciencia empática. Esta indefensión hace que el niño crezca con
la ceencia de que por más que haga o diga algo, no será atendido ni escuchado,
no creerá en sus capacidades de toma de decisiones y generalmente actuará por
instrucción de otra persona que considere su autoridad. La instauración de esta
actitud sumisa es la que abre la puerta al abuso del poder, de allí que veamos
cómo existen docentes que abusan de sus alumnos sin ser denunciados, día a día
vemos como incrementan los casos de acoso escolar (bullying) entre otros.
Desde esta perspectiva, se hace entonces innecesario creer
que el “no ceder jamás” ante los niños pueda ser una práctica de crianza
favorable si buscamos que nuestros hijos desarrollen capacidades de crítica,
respeto, independencia y autonomía, por lo que antes de dar un rotundo NO o
exigir determinada conducta y esperar de ellos específicas reacciones,
ofrezcamos oportunidades para la toma de decisiones, confiemos en sus
capacidades de autorregulación y en nuestro propio instinto materno.
Lidmi Fuguet
Mamá de Sabrina
Creadora y Coordinadora de Pequeñas Estrellitas @PesEstrellitas
Profesora en Educación Especial - Dificultades de Aprendizaje
Magister en Lectura y Escritura
Doctora en Educación
Investigadora en el área de Infancia
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito
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