Una de las cosas que como madres más nos preocupa en la
crianza de nuestros hijos está vinculado con el tema de la conducta socialmente
acepata de los niños en la sociedad, es por ello que en muchas oportunidades
buscamos consejos sobre cómo enfrentar aquellas situaciones que puedan salirse
de nuestro control, como es el caso de las pataletas o berrinches.
Es por ello que, aprovechando esta ventana virtual, de gran
acceso a madres preocupadas y comprometidas con la crianza de sus hijos,
dedicaré este y los 4 post siguientes a
abordar este tema que tanto interés nos ocupa, así que pendientes de nuestras
publicaciones en las redes sociales para seguir el hilo donde intentaré
desmontar algunos “mitos” de crianza, muy bien posicionados socialmente, pero
que lamentablemente no son del todo cierto y en muchos casos generan más daño
que bien en nuestros niños.
Para hablar sobre las pataletas, rabietas o berrinches (como
lo quieran etiquetar), es necesario posicionarse desde una mirada que intenta
acercarse más a las intenciones genuinas del niño, que nos permita crear
vínculos y comprensiones más empáticos con ellos, de esta manera podemos
acercarnos sin tantos juicios a ellos.
Un niño de dos años, un poco más, un poco menos, se
encuentra evolutivamente hablando en un proceso de descubrimiento del Yo,
reconocimiento de su cuerpo, sensaciones y emociones, aunado a la conformación
de su autonomía e indenpendencia como individuo, por eso es totalmente lógico
que en ese intercambio con su mundo encuentre un montón de cosas que con las
que debe lidiar para empezar a establecer mecanismos de autoregulación de
necesidades tanto biológicas, como sociales y afectivas, y en consecuencia, se
cruce en momentos con un borbadeo de estímulos que se le dificultarán
organizar, procesar lo que puede generar el estallido en llanto, sensación de
fracaso o impotencia, hecha
manifestación conductual en lo que regularmente llamamos pataleta.
Estas situaciones, generalmente como madres, nos incomodan,
nos inquietan y por ello constantemente buscamos la forma como minimizarlas,
evitar que se repitan y se puedan poner en tela de juicio nuestras capacidades
como “buena madre” o la de nuestros hijos como “buenos niños”. Ahora bien, en este punto debemos entender
que esas categorías bipolares de si somos “buenos” o “malos” son simples construcciones sociales
que no deberían convertirse en nuestro referencial de crianza si queremos
realmente acompañar con respeto y de manera oportuna a nuestros hijos, el
secrteo de una crianza consciente y amorosa está en conocer y reconocer a
nuestros hijos tal como son, desde su punto de vista, cambiar nuestro cristal
de adulto para ponernos en el lugar de nuestros hijos.
En este sentido, podemos ver como muchas de las
recomendaciones, consejos o tips para abordar una pataleta de nuestro pequeño
empieza a perder su valor cuando lo analizamos desde la perspectiva del
niño. Entre las sugerencias más escuchadas
en nuestro entorno para intentar eliminar las pataletas o conductas
“socialmente inadecuadas” tenemos:
1)
Ignorar la conducta del niño generará su
extinción
2)
Ceder ante la exigencia del niño incrementará
sus habilidades manipulativas
3)
Una nalgada a tiempo evita futuras conductas
inadecuadas
4)
Demuestra en todo momento tu autoridad como
madre/padre
En general, estas cuatro comunes, repetidas y socialmente
posicionadas recomendaciones de crianza se encuentran permeadas de niveles de
violencia tanto física, como emocional,
una de ellas más evidente que la otra, pero violencia al fin y
generalmente lo actos de intercambio en vibración negativa atraen nuevamente la
negativa, solo cuando rompemos el hilo y abordamos con una reacción positiva,
movemos, desplazamos el negativo suprimimos lo indeseado. Así que desde este
momento dejemos de catalogar entre bueno o malo las conductas de nuestros
hijos, y empecemos a interpretarlas, por qué las hacen, qué hay detrás de ellas
y cómo desde la comprensión y el acercamiento podemos neutralizarlas.
En los próximos post hablaremos de cada uno de ellos, de su
transcendencia y de la forma cómo podríamos cambiarlas. Para finalizar quisera rescatar una frase de
Andrea Grande
“Debemos propiciar una esfera de encuentro. El encuentro forma. El desencuentro deforma”
Por eso no hay mejor forma de crianza que
aquella que busca el encuentro…
Lidmi Fuguet
Mamá de Sabrina
Creadora y Coordinadora de Pequeñas Estrellitas @PesEstrellitas
Profesora en Educación Especial - Dificultades de Aprendizaje
Magister en Lectura y Escritura
Doctora en Educación
Investigadora en el área de Infancia
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito
Texto original publicado en el blog de Pollito Inglés - Colaboradora Pollito
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