La
Música, ese elemento que nos rodea, que puede llevarnos de un estado emocional
a otro en cuestión de segundos, esa combinación de sonidos que nos persiguen a
donde quiera que vayamos, aquello que podemos amar por ser en ocasiones lo
único en el mundo que nos hace sentir comprendidos y otras veces la odiamos
porque no nos deja dormir o porque el volumen del vecino ya nos colmó la
paciencia y sólo logra estresarnos más con ese insufrible bajo.
Sí, este mes hablaremos sobre la música, y
aunque a veces yo también la odio, a diario encuentro miles de razones para
amarla, generalmente por todas las cosas maravillosas que brinda, parece tener alguna clase de superpoder. Y es
que la música durante el embarazo funciona como un catalizador de emociones,
ayuda a estimular la frecuencia cardíaca del feto sintonizándola con la de la
madre y tanto ella como el pequeño se relajan. Por tanto, la música que
escuchan no tiene que ser estrictamente clásica, sólo debe ser de agrado a los
padres en espera. Incluso, no es necesario tener un reproductor o audífonos
para usarla como estímulo, podemos ejecutar el instrumento más importante
conocido hasta ahora: nuestra voz, no hay nada más agradable que la voz de mami
y papi, y esto no sólo aplica con una canción en específico o la inclusión de
una melodía como la conocemos, puede simplemente leerse un poema o una pequeña
historia en rima, pues la métrica constante sostiene un ritmo estable y ese es
el verdadero elemento que ayuda a la relajación, produciendo ondas cerebrales
más amplias que indican un estado de tranquilidad y placidez.
Los bebés que escuchan música al dormir suelen estar más relajados y
descansar mejor, y a medida que crecen en compañía de la misma se hacen más
inteligentes, su resolución de conflictos es mayor, mejora su habilidad para
resolver problemas matemáticos (después de todo la música es matemática en su
más hermosa expresión). Además de todo esto los procesos cognitivos como la memoria,
la atención, la concentración se potencian, aunado a eso, la interacción con
otros se refuerza significativamente.
Veámoslo así, al escuchar música movida solemos iniciar pequeños
movimientos o inclusive a bailar, si junto a nosotros hay personas haciendo lo
mismo buscaremos interactuar con ellos, o al menos compartiremos una sonrisa.
Con los niños pasa exactamente lo mismo, al ver que otros pequeños hacen
lo mismo que ellos buscarán un acercamiento, y en el caso de aquellos muy
tímidos seguramente al ver a los demás disfrutando intentarán desinhibirse para
acompañarlos.
Entre otras cosas, este arte motiva la creatividad, está demostrado que
en sus creaciones un niño utiliza una paleta de colores más extensa al dibujar
mientras escucha música, o que las historias que cuentan o escriben se
enriquecen.
Asimismo, los ayuda a expresarse mejor de forma física, oral y escrita,
fortalece su lenguaje y lo amplía con cada nueva canción aprendida, si se
acompaña con pasos y coreografías optimiza el equilibrio, tono muscular,
control corporal y habilidad espacial.
Como verán, la música tiene un sinfín de beneficios descubiertos y cada
día se encuentran más. Personalmente, soy de las que creen que toda persona en
algún momento de su vida debe estudiar algo de música, aunque no vaya a
dedicarse a ella, pero por el momento no me queda más que despedirme en esta
ocasión invitándoles a hallar los beneficios que faltan por descubrir en
compañía de sus pequeños y pequeñas, pues estoy segura de que no serán ellos
los únicos que saldrán ganando.
Francis Gagliardi
Profesora en Educación Especial en Dificultades de Aprendizaje
Cornista
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